domingo, 30 de enero de 2011

Al Rey de Gloria.

AlReyDeGloria

¿Cómo decirte que te amo?
Si te llevo en mi alma, en mi vida.
Eres como un fuego que consume mis entrañas.
Eres como una poderosa agua que apaga mis ansias.

Cuando respiro, siento que en ti navego.
Como un velero, en poderosa tormenta.
Como una pluma que es tirada por un poderoso viento.
Así me siento ante tu amor, así me siento.

¿Cómo hablarte lo que siento?
Si mis manos se estremecen cuando en ti pienso.
Si pierdo los estribos cuando no te tengo.
¡Pero no te tengo, como podría tenerte!

Si tú me tienes a mí. Yo en ti me muevo.
Navego, respiro, me ahogo en ti, o muerte gloriosa,
Que me trae a la vida, a la vida de estar contigo.
A la vida de conocerte, respírate, amarte.

La vida es un tormento sino te tengo,
Pero no tengo, solo en ti navego,
La vida me es corta para amarte,
Y el cielo, no es cielo si tú no estás.

Eres esa poderosa mano que me sostiene.
Que no me suelta aún en mis tormentas.
Eres ese amigo fiel, a quien acudo.
A todo momento, ¿a quién más tengo?, solo a ti.

Eres el testigo de mis flaquezas, el que me ayuda a levantarme.
Eres el que crea en mí todo lo bueno.
El que me lleva a alturas, y me hace andar por las nubes.
Y me sostiene en su mano.

Eres el que levanta al caído, el que llora con el que llora,
El que ríe con el que ríe, ese amigo eres tú.
Eres Santo, solo tú eres Santo.
Que lo sepan los hombres y los que se esconden en las sombras.

Cosas gloriosas se han dicho y se dirán de ti.
Pero todas se quedan cortas, ante el Rey de Gloria.
Porque el lenguaje del hombre no puede expresar,
La belleza que existe en el Rey de la Gloria.

Santo y bueno eres tú, yo me acerque solo porque me acercaste.
Fui cubierto de sangre, antes de estar en tu presencia.
La sangre que corrió ese día, glorioso día de mi salvación.
Cuando todos pensaron que él era herido y repudiado por Dios.

OH, cuanto te amo, Rey de Gloria, pero mi amor es nada,
Ante Tu amor, ante Tu bondad y Tu santidad.
Me dejo llevar por tu amor, me dejo arrastrar.
Y un día estaré ante el Señor, yo sé que un día así será.

Despierta, despierta, tú que duermes, levántate.
La hora ha llegado de mostrar a todos la luz de Cristo.
Levanta tu voz en medio de los pueblos, deja oír tu canto.
Vendrán muchos a escucharlo, el Señor los traerá.

La tierra se extrémese, de un lado a otro, como un ebrio.
Y los pueblos como llenos de mosto.
Despierta, despierta, el Señor te llama a hacer su Voluntad.
Levántate, él soplara sobre ti, él te levantara y pondrá palabra en tu boca.

De mis entrañas salió palabra, palabras al Rey de Gloria.
Y adore al Señor, al que me limpio en la cruz.
¿Quién adorara conmigo?, porque el busca quien le adore.
En espíritu y Verdad, es necesario que le adoren.

Henry Padilla Londoño

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martes, 18 de enero de 2011

Mi eterno Amor.

mieternoamor

Estaba pensando en ti,
Recordaba tu hermosa sonrisa, tus lindos ojos,
Tu pelo gracioso, delicado y enigmático,
Toda tú, hermosa reina de mi corazón.

Pensaba en los lindos momentos junto a ti,
Pensaba en como cambiaste mi vida, la alegraste,
Has sido manantial de alegría, de gozo, de amor.

Recordaba nuestros momentos, que solo tú y yo conocemos,
Donde te declaraba mi amor,
Donde sentía que tocaba el cielo con mis manos,
Momentos, hermosos momentos de amor.

Y pensaba en nuestro Señor, como él nos trajo hasta aquí,
Como nos sacó del mal camino, y nos libró del malo,
Él te conoció antes que yo, y a él le debo toda esta alegría.

Quiero contarles un secreto, a todo aquel que escucha:
Es Dios el arquitecto del nido de amor,
Te parecerá extraño, pero créelo, es en la cruz donde nace el amor,
Es en la cruz, donde realmente encontré a mi amada,
Y en la resurrección donde realmente me unió a ella.

Bebemos de la misma agua, andamos el mismo camino,
Nos alumbra la luz de Cristo,
Y nuestros pasos se afirman en la Palabra.

Tú preguntabas: ¿Cómo puedo amar, amar para toda la vida?
La respuesta no la tengo yo, la tiene Cristo,
Solo en la cruz, solo en la resurrección, encontraras el amor.

Lleva tu pareja a Cristo, llévala a la vida,
Entonces, no yo, sino el cielo te dice:
Tu amor será para toda la vida.

Y andamos juntos cogidos de la mano,
Por las lindas calles del cielo, por esos hermosos rincones,
Donde la luz de Cristo todo lo llena.

Y vi entre tantas habitaciones, una marcada con tu nombre,
Tú, que lees esto, hermosa verdad, no miento,
Él la puso ahí, para ti, es hermosa en verdad.

Y junto a esa hermosa habitación del cielo, rociada por la luz de Cristo,
Había una más, la de tu amor, ahí estaba, ¡qué bella!
Y un ángel susurró suavemente, pero su voz se escuchó por todas partes:
Ya viene, ya viene, el que Cristo ya rescató, y aquí reposará.
Junto a su amada, y al cielo alegrara con la sonrisa de la Salvación.

Henry Padilla Londoño

jueves, 13 de enero de 2011

Tú última advertencia

tuultimaoportunidad

Quiero escribir palabras de amor, escribir un poema que llegue a tu corazón.
Quiero llevar mis palabras al Rey, declarar en sonidos mi alabanza.
Quiero exponer mi interior, desvelar mi corazón,
Quiero con humildad y reverencia llegar al Señor.

Cuando quise hablar mis sonidos lucharon,
Como guerreros violentos se agarraron a mis entrañas,
No quisieron salir, sentían temor, inseguridad,
Ante el Rey de Reyes deberían estar.

No hay elocuencia ante Dios, todo es vanidad,
Y lo hermoso se vuelve opaco, ante su magnífica luz,
Pero en silencio te contemplé y me asombre,
Hermoso Señor, fuente de toda Verdad.

Cuando veo todas las cosas que has creado,
Con tu gran bondad, tu amor y tu sabiduría sin igual,
Cuando veo en pequeños destellos, que mi ceguera alcanza a vislumbrar,
Tu bondad para con los hombres, para con nosotros.
No me dejo de maravillar, que un Dios tan poderoso y sabio,
Que el único Dios, creador de todo,
Tenga tal misericordia, amor y paciencia.

Me duele ver los que te insultan y ultrajan,
Los que enloquecidos en su maldad, te blasfeman,
Me duele ver los que en terrible oscuridad y odio,
Consumidos en ardor de iniquidad y maldad,
Orgullosos hablan contra ti, como si vieran, como si escucharan…

Tu afrenta me duele Señor, que pueden decir ellos de ti,
Si nunca te han visto, nunca han escuchado tus palabras,
Cuando hablas, ellos tapan sus oídos, y cuando quieres sanar,
Ellos se alejan, groseros, impetuosos, prefieren morir en sus pecados,
Antes que acercarse a ti, Dios bueno y misericordioso.

Pero un día ya no serán más, se irán, y aún su recuerdo pasará,
Ya no habrá memoria de ellos, y la tierra será para los que te buscan,
Toda su gloria será quemada, todo lo que ellos llaman esplendor.
Y tú nos recrearas con palabras de verdad, con la luz de tu corazón.

Ya el sol no será, ni la luna se verá más.
Porque tu luz brillara y nos guiara, y el malo ya no será.
¿Que será de ti que no tomas el nombre de Dios en tus labios?
¿Podrás soportar tú el día oscuro que está por llegar?
¿Te levantaras tú, y con tu fuerza dirás a la muerte: vete de mí?
¿O acaso con tu gran inteligencia harás otro mundo donde habitar?
Este es tu ocaso, pronto estas a morir y pasar, para siempre dejaras de ser.

Sólo el que recibe a Cristo, sólo él habitara confiado.
Pero ya esto te lo han predicado y aburrido dices estar.
Escoge bien, escoge tu camino, esta puede ser tu última advertencia.
¿Y mañana, dónde estarás?

Henry Padilla Londoño

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sábado, 8 de enero de 2011

Viaje Al Fin De Los Tiempos

Los invito a leer esta muy corta historia, que podría llegar a cambiar tu vida.


Un viaje al fin de los tiempos.

El viento soplo, soplo fuerte y me tomo, me elevo por encima de todo,
Veía las ciudades, el mar, me llevaba rápido, parecía no tener rumbo,
Pasamos por una casa en el campo, me detuve observando,
Veía un hombre que trabajaba todo el día, el sudor derramaba en el campo,
Su mujer se esforzaba en la casa, su esfuerzo era sincero,
Pero una sombra oscura estaba sobre ellos, no la veían,
Y la sombra se comía gran parte de lo que producían.
¿Por qué la sombra consume sus fuerzas, por qué veo el hambre rondar?

Me llevo el viento entonces, pasamos por lugares espaciosos,
Donde debería haber mucha vegetación, pero todo estaba muerto,
De pronto la tierra alzo un grito espantoso, lastimoso.
"Me muero en sus manos, ayúdame", gritó
Aun los animales huían de aquel sitio, pero no lograban escapar,
La muerte los alcanzaba, y en segundos eran consumidos,
Solo cenizas quedaban, solo cenizas que el viento levantaba.

Me llevo entonces sobre el mar, poderoso e inmenso,
Veía su hermosura y me maravillaba, pero de repente una mancha oscura,
Lo empezó a consumir, los peces morían, donde antes era vida, solo rocas ásperas quedo.
Y levanto su mano el viento, como quien se ahoga, como en desesperación:
Ayúdame Señor, me ahogan, me matan, consumen mi vigor.

Yo lloraba mucho, al ver al hombre, los árboles, la tierra y al mar,
Ser vencidos por la sombra que los cubría, que devoraba su fortaleza.
Entonces alce mi voz: ¿Qué es esa sombra, de donde viene, por que destruye tu creación?
Y un torbellino apareció en el cielo, era como un torbellino invertido,
Y grito fuerte, poderoso:
La sombra es el pecado, que habita en el corazón del hombre,
Esa sombra consume esta creación, y por su causa toda la creación será juzgada.

¿Señor, por qué no destruyes esa sombra, y haces libre tu creación?, grite fuertemente,
No sabía si me había escuchado, pues su sonido era fuerte, potente,
Pero pronto llego mi respuesta:
"Ya lo hice, ya el pecado vencí y lo saque del medio, en la cruz pague por toda mi creación"
¿Pero entonces por qué sigue, dañando y matando tu creación?
A encontrado nido en el corazón del hombre, hay se esconde,
Y el hombre lo alimenta y lo sostiene, ha hecho un pacto con él.

Y el viento me tomo, y rápido me llevo, pasamos por muchas ciudades, pueblos,
En todas partes la sombra se veía, anidaba con muchos tentáculos, en los corazones de los hombres,
Lo dañaba todo, todo lo ahogaba, y note unas sombras que miraban complacidas,
Lo que los hombres hacían, y les enseñaban, les decían cosas, que ellos escribían.

¿Quiénes son esas sombras, que dicen cosas al oído del hombre, y que les dicen?
Mientras aun nos movíamos, el viento respondió:
Ellos son espíritus de maldad, que se alegran con lo que el hombre hace,
Les hablan mentiras, les hablan pecado, que ellos permiten entrar a su corazón.

Yo estaba muy triste, parecía que la sombra todo lo llenaba,
Pero entonces note un grupo, muy blanco y radiante, a los cuales la sombra no podía engañar,
Ellos la vencían, y la hacían retroceder, donde ellos estaban había luz,
¿Quiénes son esos, que brillan como el sol, que vencen a la sombra, que la hacen retroceder?
Ellos son mis hijos, los que han sido lavados en la sangre del cordero,
Ellos son los redimidos, en ellos no hay pecado, porque el Señor los ha perdonado.

Y entonces vi uno montado en un caballo blanco, entre las nubes del cielo,
Y un gran ejército lo seguía, se quedó quieto y miro la tierra por un momento,
Entonces alzo su espada y avanzo rápidamente a la tierra,
Y la tierra se llenó de luz, y la sombra y los que la ayudaban fueron sacados fuera.

Y la tierra grito de alegría, y el mar salto como un niño, alzaron sus manos al creador,
Y yo estaba ahí, en medio de una multitud muy grande, que se alegraban con el Señor,
Y cantaban y clamaban: Grande y poderoso eres tú, Señor de Señores,
Rey de Reyes, Cordero de Dios.

Y estuve buscándote a ti, tu que lees estas palabras,
De seguro que estabas entre los millones y millones que adoraban al Señor,
Porque estoy seguro ya has aceptado al Señor y vives para él, ¿o no?

Henry Padilla Londoño

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martes, 4 de enero de 2011

La niña y la verdad.

laninaylaverdad

La pobreza y la vanidad se encontraron, se miraron, midieron sus fuerzas,
Ninguna quería ceder, era cuestión de honor, de cómo verían al perdedor,
Mientras las dos forcejeaban, sus esclavos descansaban, y miraban atentos,
¿Quién vencerá? ¿Acaso mi ama, la vanidad? No, que va, dijo el esclavo, la pobreza vencerá.

¿Qué estás haciendo aquí sentados?, dijo una niña mirándolos intrigada.
Somos los afortunados siervos de la vanidad y la pobreza,
Y estamos esperando el vencedor, dijo el esclavo altivo.
Sí, yo sé que la vanidad vencerá, dijo la esclava sacudiendo su pelo.

Pero veo cadenas en vosotros, veo flagelo en vuestros cuerpos,
¿Es esto lo que os agrada? ¿No queréis ser libres?
Yo os puedo ayudar, mientras ellas luchan, yo les ayudaré.
Pero al momento los esclavos se pararon aludidos, ¿Cómo osas hablar así?

¿Quién te crees niña ilusa? ¿Cómo te atreves a importunar?, dijo la sierva de vanidad,
¿Ni aun en la pobreza nos dejan en paz? ¿No tenemos derecho de escoger?, dijo el siervo de pobreza.
No traigas tus cuentos de libertad y déjanos en paz.
Que ya logramos olvidar nuestra calamidad, y ahora…
Ahora ya ni nos duelen estas cadenas, es más…
Ellas nos protegen, nos ayudan, para esto nacimos, y al fin lo entendimos.

Para un mayor propósito nacisteis, para ser princesas y príncipes.
Pero tenéis que renunciar a vuestras cadenas,
Tenéis que dejar a vuestros señores.
¿Saben adónde los llevan vuestros señores?

Aquí o allá, qué más da, dijo él con desdén.
A un lugar hermoso, donde yo seré señora, dijo ella arreglando su cabello.
Presos estarán por la eternidad, dijo la niña,
Alejados de la verdad.

¿Y si dejará mis cadenas, encontraría riquezas?
Las cadenas de la pobreza y la riqueza, son hechas del mismo material, dijo la niña.
¿Pero yo encontraría belleza, o fama quizás?, dijo la mujer
La Belleza aún no la has visto, y no la encontraras adonde tú vas.

Dinos, como salir, dinos como romper estas cadenas…
Cristo murió por ti, él llevo tu pecado, confiésalo…
Solo él romperá esas cadenas y te llevará a La Verdad.
Pero… ¿Dónde está él? ¿Cómo llamarlo?
Cree en tu corazón, usa la fe del corazón.
Y mientras decía estas palabras la niña se esfumaba, desaparecía.
Espera… dinos tu nombre, ¿Cómo te llamas?
Evangelio de Salvación es mi nombre, recuérdalo.

Cuentan que los esclavos, al fin se atrevieron, y clamaron,
Clamaron a Cristo con su corazón, y él, los libero,
Los sano y los trajo a su mansión,
Y puso coronas sobre ellos, los nombro príncipe y princesa.

Pero ellos decidieron volver a la tierra,
A decirles a sus compañeros de cadenas, acerca de la Verdad,
Y uno de ellos escribió estas palabras, la introdujo en la botella de poesía,
Y la tiro al mar de los corazones, seguro que un día,
Encontrará tu corazón.

Henry Padilla Londoño

lunes, 3 de enero de 2011

Tu nombre sea engrandecido, Señor.

86
Este atento tu oído a mi clamor y escúchame, yo estoy necesitado y necesito tu ayuda.
Estaba afligido, mi alma me dolía, mis pasos estaban por resbalar, la muerte abría sus fauces,
Señor, a ti levanto mis brazos, tú eres mi esperanza,
Sálvame, que mis enemigos no toquen mi vida, que la muerte no cierre sus fauces y me devore.
Socórreme, Señor mío, tú, sólo tú, eres mi socorro.
Levantaré mi oración, alzaré mi clamor, a ti Rey del cielo,
Tú eres mi alegría, yo soy tu siervo, la alegría del mundo me es muerte,
La alegría de este mundo es engaño y muerte,
Pero tú, oh Señor, tú eres mi alegría, cantaré y me alegraré en ti.
¿Quién es bueno?, sólo tú, tú eres bueno y perdonador,
Has perdonado mis pecados, me has lavado con la sangre preciosa de Jesús,
Me has dado vida en la resurrección de Cristo.
Escúchame señor, no dejes pasar mi oración.
Yo estoy convencido que en mi angustia, tú me responderás.
Sólo tú eres Dios, no hay otro Dios, desde el principio eres tú,
Sin comienzo, sin final, tus obras hablan de tu gran poder,
Gracias Jesús, Señor, mi Rey y Dios.
Todas las gentes, de toda nación, reconocerán que tú eres Dios,
Doblaran sus rodillas delante de ti, Señor Jesús,
Y Glorificaran tu nombre, tu nombre será engrandecido en gran manera.
Tú sólo eres Dios, no hay otro Dios,
Ciego soy sin tu luz, enséñame el camino de La Verdad,
Enséñame a temerte en amor en cada acto de mi vida
Mi corazón reboza gratitud a ti, rey del Cielo,
Todo mi ser alaba a tu nombre por siempre.
Me sacaste de lo más oscuro, de lo más profundo que el hombre ha caído,
Me libraste de mí mismo, del mundo, y de maldad,
Me trajiste a Cristo, me has levantado a nueva vida.
Enemigos quieren hacerme daño, y buscan mi caída,
Dicen en su interior:
“Lo traeremos a pecado, lo apartaremos de Dios
Comeremos sus carnes, y nos servirá”
Pero tu fidelidad me rodea, su esperanza será como nada
Y huirán como perseguidos por enemigos muy poderosos.
Y yo reposaré tranquilo en ti Señor Jesús, mi Dios y Rey.
Tú eres un Dios misericordioso y bueno, que levanta al que a ti clama,
Que tiene misericordia del abatido y lo levantas.
Todos los pueblos vean tu misericordia que has hecho conmigo,
Y tu mano repose sobre mí para siempre.

Henry Padilla Londoño
Basado en el Salmo 86

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