miércoles, 28 de abril de 2010

Hermosa princesa, mi amada.

¿Donde estas?, te he estado buscando, he andado por valles y colinas, por montañas y mares, me dije a mi mismo: "No descansare hasta hallarte, hasta que pueda otra vez abrazarte, atraerte de nuevo a mí", "Porque con amor eterno te he amado",
Mi canto día y noche, es por ti, mi amada, que te anhela, mi corazón desfallece dentro de mí, cuando pienso en ti te veo radiante, perfecta, sello de perfección y de amor,
Tú mi dulce princesa, que eres esculpida con el ardor del viento, que te has fatigado con el duro trabajo del mundo, tus manos fueron heridas con tu trabajo, cuando te vea, las lavare con el agua de la vida eterna, preciosa reina, toda tu llena de perfección, te saque de lo que desecharon mis angustiadores, los que clavaron mis manos y mis pies, los que rompieron mi costado, pero tú me ayudaste, preciosa, amada mía, porque cuando estaba en la cruz, estaba pensando en ti, mi corazón dijo: "Con gusto lo soporto todo hasta la muerte, con tal de ganarte a ti, mi amada", te recogí a través de los tiempos, como te han perseguido, como te han golpeado, pero ya vengo por ti, ya estoy aquí, alzo tu rostro, hermosa princesa, mira a tu Rey, al que te Salvo, vengo por ti, di en voz alta y clara, Ven Señor Jesús.
Henry Padilla Londoño

No hay comentarios.:

Publicar un comentario