jueves, 26 de mayo de 2011

¿Las tinieblas o la luz?



Las tinieblas se mueven sigilosas, silenciosas,
Llenándolo todo, escudriñando cada milímetro.
Cogen los colores y los esconden,
Toman las formas, queriendo borrar sus límites.

Cada forma es tomada, todo el que diga yo, es tocado.
No anuncian su llegada, no piden permiso,
Atraviesan toda puerta, y no hacen acepción de personas.
No esgrimen argumento, no hay batalla.
Solo conquistan todo lo que tocan, implacables.

Pero solo por un tiempo, por un momento.
Lentamente y sin aviso, empieza a entrar.
Las tinieblas no lo entendieron, no lo comprendieron.
Lo ven pasar y saben que ha llegado la hora de morir,

El avanza decidido, cuidadoso, anuncia su llegada.
No toma a nadie, todos reciben de él.
Le da forma a todo, le da colores al que lo recibe.
No depende de nadie, todos dependen de él.

Él es la Luz, que lentamente todo lo inunda todo lo toca.
Nada se escapa de su presencia, todo está desnudo ante él.
A su presencia las tinieblas se doblan, esconden sus rostros y se van.
No pueden estar donde él está, escapan sigilosas.

Yo era muerto dice el lirio, pero ahora te he visto y vivo.
Yo moría de frio, temor irrumpe una voz entre la creación.
Pero tú me has traído el calor, la paz, el amor.
Yo la Luz he venido para que todos tengan vida.

Y vi un gorrión que salió por toda la creación, diciendo:
Mientras la luz está cerca, creed en la luz.
Mientras la puedes alcanzar, recibe Su vida.
¿Dónde quieres estar, en tinieblas o en Luz?

Henry Padilla Londoño

En formato PDF

sábado, 21 de mayo de 2011

El rescate


El viento me llevo por un camino nuevo, uno que no había andado antes,
Podía ver la armonía que parecía emitir su sinfonía en perfección,
Mis huellas se marcaban entre las hojas tiradas, que luego eran arrastradas por el viento,
Llevando mis huellas, dejando ver los últimos rayos de sol,
Como si me quisiera decir algo, no quería ver lo que yo vería.

Vi una multitud de niños, cantando y danzando a la luz del sol,
Parecían jugar, reír, bailar. Hasta que una sombra los envolvió.
La sombra puso cadenas en ellos y fueron llevados esclavos.
Llorando miraban a su alrededor, muchos los veían, contemplaban de lejos.

La sombra se movía en medio de muchos, les hablaba al oído,
Y ayudaban a vender a los niños, clavaban una punta en su interior.
Hasta que los niños perdían toda luz, en sus miradas quedaba un vacío,
Una mirada seca y oscura, eran muertos que andaban.

¿Cómo podemos ayudar? Fue el grito de mi corazón.
Estaba de rodillas, orando a mi Señor, el dolor parecía rodearme,
¿Cómo detener esto que pasa en todas partes?
Y la paz del Señor me rodeo, sabía que Él estaba ahí.

Si mi pueblo busca mi rostro y clama a mí de verdad,
Si mis hijos se levantan en adoración y en clamor,
Mi Palabra correrá, mi Palabra llegara a los últimos rincones de la tierra.
Y levantare de entre estos niños para siervos y siervas.

Y vi que la sombra se intentaba esconder, y corría por las ciudades,
Se escondía entre políticos, entre profesores, entre hombres llamados sacerdotes.
Y alcanzaba la mente de los poderosos, los seducía, les brindaba placeres.
Y de sus bocas salían moscas, que iban por todas partes, entrando en las casas.

¿Cómo podemos luchar contra la sombra? Esta por todas partes, fue mi clamor.
Solo la cruz vence la sombra, llevad el evangelio a toda criatura,
Solo el evangelio tiene poder de vencer la sombra.

Y vi los niños de nuevo, ahora jugaban y bailaban,
Todos alzaban sus manos, en armonía perfecta,
Y llevaban un libro en sus manos, era la Palabra de Dios,
Y adoraban al Señor que los rescato, que los libro de la sombra.

Y yo me vi caminando de nuevo por ese camino,
Ahora llevaba gozo en mi corazón, sabía que todo estaría bien.
Y si a ti llega esta canción, es porque tú también eres parte de la solución.

Amen.

Henry Padilla Londoño

miércoles, 18 de mayo de 2011

sábado, 14 de mayo de 2011

La Despedida


La Despedida
La despedida.

Muéstrame una vez más el día…
Llevame al sitio secreto, a nuestro idilio…

Que hermosa te ves, que hermosa resplandeces.
La luz se refleja en tu mirar, mira una vez más las maravillas de Dios.

¿Nos volveremos a ver?
Si, así será, un día nos volveremos a encontrar.
Esperame en la ventana del cielo, donde haya mucho sol y primavera.
Esperame junto a las flores que adornan la entrada a la ciudad de Dios.
A dónde vas hay un hermoso sol, uno que siempre alumbra.

Nuestras manos se aprietan una a otra, y una lágrima traiciona mi sonrisa.
Te he amado, y te amare por siempre, el Señor nos unió y Él es nuestra unión.

Doy gracias por conocerlo, dijo ella con vida aun en su mirada,
Él es la vida, de él viene todo lo bueno.

Nuestro Jesús, Rey soberano, nos levantara un día,
Resucitara nuestros cuerpos, y nos llevara a una mansión,
Allí moraremos con ÉL para siempre.
Y el viento soplo, y se llevó un último suspiro, una última mirada.

Ve, hermosa mía, hermosa de mi corazón,
Dile a Dios que le amo, que le espero.
Ve y dile amada mía, que vivo mirando al cielo, esperando…
Cuando un día suene la trompeta, mi alma lo anhela.

Ve y diles a los ángeles, a los serafines,
Que en un rincón del planeta, teníamos un nido de amor,
Un preciso nido, que ahora queda solo,
Y yo como hoja arrancada por el viento,
Navego en la soledad de la noche.
Pero no estoy solo, porque lo veo,
Veo al autor de la vida, al que nos ama.
Y tú también estás conmigo.

Paloma de mis sueños, luz de mi mirada,
El cielo se llenara de ti, y yo anhelaré aún mas mi partida,
Porque solo Dios puede sanar mi ansia,
Solo él puede traer aliento.

Eres hermosa entre todas, eres preciosa linda niña,
Ame y amo tu mirada, amo la vida.
La vida que llena tu ser, que llena todo lo que tocas.
Amo a Dios que te amo primero.

Dejo plasmado en mi escrito,
El camino, la luz de tu mirada.
Dejo en palabras claras, la vida expresada,
Como legado en el tiempo, como un secreto tesoro.

Dejo huellas en el firmamento, sonidos de ecos lejanos,
Que se confunden entre algarabías malsanas,
Queriendo alcanzar a uno, o quizás dos.
Dejando en la despedida, el eco de la vida.

Hay más que esta vida en este tiempo,
Dice el eco, hay más que solo esto.
Ve a Cristo, Salvador eterno.
Y cuando un día el viento te alce a ti,
Y te lleve a tu morada, yo estaré ahí esperándote.
En la puerta del cielo.

Henry Padilla Londoño

lunes, 9 de mayo de 2011

El Primer capitulo de "El Evangelio del Reino de Dios"

El Evangelio del Reino de Dios

Les dejo el primer capitulo del libro "El Evangelio del Reino de Dios". Ya hace unos días, había publicado la Introducción, ahora en un solo PDF encontraran la Introducción y el Capitulo I "Cárceles". Este libro será publicado capitulo por capitulo, así me lleva el Señor ha hacerlo.
Bendito es el Señor, que nos lleva a andar en las obras que el ha preparado para nosotros, y el mismo las hace en nosotros.
También les pido enviar el link a todos sus amigos, bendiciones.
El Evangelio del Reino de Dios

Pagina en facebook

domingo, 8 de mayo de 2011

UNA TORMENTA SE ACERCA


Los invito a leer esta palabra, que es mas que solo una palabra. Bendiciones.

Una tormenta se acerca

Cada paso que doy, habla de ti.
Camino entre abismos y nubes, entre leones y desiertos.
Pero con cada paso me acerco a ti.
Escucho en el eco de mis pisadas,
el sonido tenue del amor.
Que vence ante el dolor,
que ama en la oscuridad.

Quien me diera ser arrullado en tus brazos,
pero me conformo con ver tu luz.
Que me levanta del abismo;
me levanta a tus alturas, y me hace pisar fuerte.

Ellos me miran, y dicen: “Ya caerá”
Pero yo confiado estoy de tu mano.
He andado donde los ángeles no se atreven,
Pero no yo, sino Cristo conmigo


Escucho el sonido de tu voz, tu dulce voz,
Que me llama y me dice: VEN.
Camina sobre las aguas,
Levanta vuelo como las agilas.

Porque creo, me muevo.
Porque creo hablo.

Se escucha el rumor de las aguas,
como una tormenta que se acerca.
Poderosa, mueve todo lo que está a su paso.
Y un sonido de Fe y Amor se escapa de sus olas.

Y levante mi vista, y vi el deseado de todas las gentes.
Con sus brazos extendidos, luz despedía.
Una multitud de hijos, se levantaron a Él.
Era el sonido de las aguas, de la tormenta que oía.

Y todos decían a una:
Porque creemos hablamos, creemos en Cristo.
Y la tierra tembló a sus palabras.
Y un rayo de luz te alcanzo a ti, ¿Qué harás?

Henry Padilla Londoño