viernes, 30 de abril de 2010

Extiende tu manos y recibe

Hijo, ven quiero darte un presente.
Ya estoy aquí señor, dispuesto a recibir.
Extiende tus manos y toma lo que te doy.
Padre, cargo con mi comida y mi trabajo, todo lo que me has dado para vivir, por eso no puedo extender mis manos, si dejo lo que me has dado quizás moriré.
Hijo, quiero darte algo nuevo.
Yo quiero eso nuevo, Señor, dame lo nuevo Señor.
Solo extiende tus manos y tómalo.
Que haré, se pregunto el hijo, quiero lo nuevo pero no puedo arriesgarme a dejar todo lo que he guardado por toda mi vida, y ¿si no alcanzo lo nuevo?, me quedaría sin nada, no sé, qué hacer, ¡ya se!, se dijo así mismo, tomare todo en una mano, y con la otra alcanzare lo nuevo. Hijo extendió su mano para tomar lo nuevo, pero al momento vio que no lo iba a poder sostener con una mano, y grito pidiendo ayuda,
Ayúdame Padre, Yo solo quiero hacer tu Voluntad, pero no puedo tomar lo nuevo es muy pesado.
Si solo dejas a un lado lo viejo, veras que lo nuevo no es pesado.
Señor, ¡lo he cargado por tantos años!, ¿Estás seguro que eso es lo que debo hacer?
No hubo respuesta, solo el silencio absoluto.
Mirando detenidamente todo lo que llevaba y que era tan preciado para él, su comida, su ropa, sus libros, sus herramientas, las miro detenidamente, casi con lágrimas en sus ojos, las fue poniendo lentamente en el suelo, como sintiendo dolor, sintió algo de rabia con el Padre, que lo obligaba a dejar todo a un lado, podría haberle ayudado con lo nuevo y llevar lo viejo también, pensaba, pero a medida que iba poniendo sus cosas en el suelo, un gran descanso entro a su alma, cuando ya hubo dejado todo, sintió como si flotara, por primera vez podía saltar, y alzar sus manos, era algo completamente nuevo para Hijo, pensó el gran paquete que iba a recibir y se alegro mucho, alzo su rostro y dijo:
Padre, dame lo nuevo, aquí estoy, mientras alzaba sus manos.
El padre le pasó un paquete chico, era pesado, pero no muy grande, Hijo lo miro y se quedo con las manos extendidas esperando más, pero no vino más.
Padre, ya he dejado todo a un lado, y quiero recibir lo nuevo, pero tú solo me has dado un pequeño paquete, dijo con mucha expectación, como esperando que el Padre se disculpara por su error.
Hijo, el paquete está lleno de semilla, de ella quiero que vivas, y que la trabajes, para que la hagas germinar y sea de alimento para ti y para otros.
Pero Padre, yo ya tenía todo resuelto, no necesitaba ponerme a sembrar, yo comía sin esfuerzo, con lo antiguo.
Hijo, con lo antiguo comías tú y nadie más, te calentabas tú y nadie más, con lo nuevo comerás tú y darás alimento a muchos, además será de semilla para que otros hagan como tú, la semilla no será carga en tu camino, la sembraras y no tendrás que esforzarte para que produzca fruto, ella produce fruto de sí misma, planta mi semilla y recibirás cien veces más en esta tierra y tendrás una parte conmigo aquí en el cielo.
Hijo miro con amor a su Padre, no entendía todo bien, pero había aprendido a confiar en su padre, y con alegría abrió el paquete y empezó a sembrar la semilla, dejando todo lo antiguo atrás, esperando el fruto que a su tiempo daría la semilla.
Henry Padilla Londoño

miércoles, 28 de abril de 2010

Hermosa princesa, mi amada.

¿Donde estas?, te he estado buscando, he andado por valles y colinas, por montañas y mares, me dije a mi mismo: "No descansare hasta hallarte, hasta que pueda otra vez abrazarte, atraerte de nuevo a mí", "Porque con amor eterno te he amado",
Mi canto día y noche, es por ti, mi amada, que te anhela, mi corazón desfallece dentro de mí, cuando pienso en ti te veo radiante, perfecta, sello de perfección y de amor,
Tú mi dulce princesa, que eres esculpida con el ardor del viento, que te has fatigado con el duro trabajo del mundo, tus manos fueron heridas con tu trabajo, cuando te vea, las lavare con el agua de la vida eterna, preciosa reina, toda tu llena de perfección, te saque de lo que desecharon mis angustiadores, los que clavaron mis manos y mis pies, los que rompieron mi costado, pero tú me ayudaste, preciosa, amada mía, porque cuando estaba en la cruz, estaba pensando en ti, mi corazón dijo: "Con gusto lo soporto todo hasta la muerte, con tal de ganarte a ti, mi amada", te recogí a través de los tiempos, como te han perseguido, como te han golpeado, pero ya vengo por ti, ya estoy aquí, alzo tu rostro, hermosa princesa, mira a tu Rey, al que te Salvo, vengo por ti, di en voz alta y clara, Ven Señor Jesús.
Henry Padilla Londoño

martes, 27 de abril de 2010

La Hija del Rey

¿Quien es esa hermosa, nacida de arriba, de Dios, guiada por el espíritu, que lo es así porque se ha unido a Cristo?
¿Esa princesa, hija del Rey de la Gloria, que lleva la imagen del Rey en toda ella?
La Iglesia de Cristo, mas fuerte que la muerte, mas radiante que el sol, así dice el Espíritu de Cristo de ti:
"He aquí que tú eres hermosa, oh compañera mía, he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad"
¿Pero quien puede ver tu hermosura? ¿Quién vera tu esplendor y hermosura junto al Rey de Gloria?
Solo el que ha sido limpiado en la sangre del Cordero, el que ha limpiado sus manos y en su corazón renacido de Dios,
El podrá verte y ser parte tuya, hermosa Hija del Rey de la Gloria.


Salmo 45:13; Cantares 7; Cantares 4;

Henry Padilla Londoño

domingo, 25 de abril de 2010

Ayer te vi, mi amor.

Ayer te vi, no pude dejar de mirarte, recordé nuestros hermosos momentos,
Soñé con ese tiempo, la nostalgia me inundo,
Que linda estabas, que hermosa te veías,
Quería correr a ti, abrazarte, decirte que mi corazón te anhela,
Por un momento el sol brillo dentro de mi,
Cuanto te quiero, cuanto te quise,
Solos tú y yo, juntos pero lejos,
Como decírtelo si la distancia me lo impide,
Donde no llegan las cartas, donde el internet no alcanza,
Porque estabas a mi lado, junto a mí, pero tan lejos,
Recordé al Señor, a nuestro Señor Jesús,
Que nos unió, nos bendijo con su bendición,
Él restaurara, él unirá, lo lejos se acercara, lo no dicho, se dirá,
El amor no puede callar, es como el agua en la roca,
Que se abre paso, rompiendo la roca, saliendo a la luz,
Así es mi amor por ti, que nada lo detendrá,
Sabes algo mi amor, te digo esto, ahora que no escuchas,
Ahora que estas lejos, para que cuando estés cerca sepas que lo dije,
Te amo, y nuestro amor romperá toda barrera, y se asirá del Creador, del Señor,
Y vencerá entre las tormentas, será más fuerte que el silencio,
Más elocuente que la lágrima, mi amor por ti, mi amor por ti…
Ayer te vi, mi amor, y solo soñé, con darte un beso y decirte que te amo.
Para mi amada Jenny.
Henry Padilla Londoño

jueves, 8 de abril de 2010

Que bueno es vivir.

Quiero compartir con todos ustedes este pensamiento, que ya mi esposa ha compartido en su blog, Que bueno es vivir. 
Que bueno es vivir, experimentar la libertad, el gozo, saber que Dios está agradado de mí, que me ama, que cuida de mí, que me guarda en todos mis caminos, que cuida de mi salud, de mis seres queridos. 
Que bueno es saber, que un día estaré para siempre con él, junto a él, que el cielo será mi hogar, que después de tener mi vida con gozo en la tierra, tendré mi vida en el cielo junto a él. 
Que bueno es saber que un día andaré con el Señor, por esas playas interminables del cielo, escuchándole de su propia voz, que quizás entonces me dirá, ven, camina conmigo por el mar y te enseñaré cosas que nunca has soñado, o ven, subamos más alto que las nubes, te mostraré lo que nunca vio el ojo humano. 
Sí, qué bueno es vivir, sabiendo que el ya murió por mí, un día como este, se entregó a sí mismo, por mis pecados y por los de todo el mundo, me llevo en el madero, muriendo en mi lugar, tomo mi enfermedad, mi dolor, mi tristeza, mi angustia, mi falta, mi… me tomo a mí, y murió. 
Que bueno es vivir, ahora puedo decir, "consumado es", ya he muerto al pecado, ya he pagado el precio, lo pagué en Cristo, porque él lo pagó por mí. 
Que bueno es vivir, recibir esa vida de la resurrección, esa vida que el saco de la muerte, y trajo a la luz, y la dio a todo aquel que cree en su muerte, me dio su vida, la compartió conmigo, para que ahora viviera para siempre con él. Ya nada puede apartarme de él, la muerte, el ya la venció, la enfermedad, el ya la venció, no hay nada que me pueda ahora apartar de él.
Que bueno es vivir. 
Henry Padilla Londoño