sábado, 14 de mayo de 2011

La Despedida


La Despedida
La despedida.

Muéstrame una vez más el día…
Llevame al sitio secreto, a nuestro idilio…

Que hermosa te ves, que hermosa resplandeces.
La luz se refleja en tu mirar, mira una vez más las maravillas de Dios.

¿Nos volveremos a ver?
Si, así será, un día nos volveremos a encontrar.
Esperame en la ventana del cielo, donde haya mucho sol y primavera.
Esperame junto a las flores que adornan la entrada a la ciudad de Dios.
A dónde vas hay un hermoso sol, uno que siempre alumbra.

Nuestras manos se aprietan una a otra, y una lágrima traiciona mi sonrisa.
Te he amado, y te amare por siempre, el Señor nos unió y Él es nuestra unión.

Doy gracias por conocerlo, dijo ella con vida aun en su mirada,
Él es la vida, de él viene todo lo bueno.

Nuestro Jesús, Rey soberano, nos levantara un día,
Resucitara nuestros cuerpos, y nos llevara a una mansión,
Allí moraremos con ÉL para siempre.
Y el viento soplo, y se llevó un último suspiro, una última mirada.

Ve, hermosa mía, hermosa de mi corazón,
Dile a Dios que le amo, que le espero.
Ve y dile amada mía, que vivo mirando al cielo, esperando…
Cuando un día suene la trompeta, mi alma lo anhela.

Ve y diles a los ángeles, a los serafines,
Que en un rincón del planeta, teníamos un nido de amor,
Un preciso nido, que ahora queda solo,
Y yo como hoja arrancada por el viento,
Navego en la soledad de la noche.
Pero no estoy solo, porque lo veo,
Veo al autor de la vida, al que nos ama.
Y tú también estás conmigo.

Paloma de mis sueños, luz de mi mirada,
El cielo se llenara de ti, y yo anhelaré aún mas mi partida,
Porque solo Dios puede sanar mi ansia,
Solo él puede traer aliento.

Eres hermosa entre todas, eres preciosa linda niña,
Ame y amo tu mirada, amo la vida.
La vida que llena tu ser, que llena todo lo que tocas.
Amo a Dios que te amo primero.

Dejo plasmado en mi escrito,
El camino, la luz de tu mirada.
Dejo en palabras claras, la vida expresada,
Como legado en el tiempo, como un secreto tesoro.

Dejo huellas en el firmamento, sonidos de ecos lejanos,
Que se confunden entre algarabías malsanas,
Queriendo alcanzar a uno, o quizás dos.
Dejando en la despedida, el eco de la vida.

Hay más que esta vida en este tiempo,
Dice el eco, hay más que solo esto.
Ve a Cristo, Salvador eterno.
Y cuando un día el viento te alce a ti,
Y te lleve a tu morada, yo estaré ahí esperándote.
En la puerta del cielo.

Henry Padilla Londoño

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