martes, 4 de enero de 2011

La niña y la verdad.

laninaylaverdad

La pobreza y la vanidad se encontraron, se miraron, midieron sus fuerzas,
Ninguna quería ceder, era cuestión de honor, de cómo verían al perdedor,
Mientras las dos forcejeaban, sus esclavos descansaban, y miraban atentos,
¿Quién vencerá? ¿Acaso mi ama, la vanidad? No, que va, dijo el esclavo, la pobreza vencerá.

¿Qué estás haciendo aquí sentados?, dijo una niña mirándolos intrigada.
Somos los afortunados siervos de la vanidad y la pobreza,
Y estamos esperando el vencedor, dijo el esclavo altivo.
Sí, yo sé que la vanidad vencerá, dijo la esclava sacudiendo su pelo.

Pero veo cadenas en vosotros, veo flagelo en vuestros cuerpos,
¿Es esto lo que os agrada? ¿No queréis ser libres?
Yo os puedo ayudar, mientras ellas luchan, yo les ayudaré.
Pero al momento los esclavos se pararon aludidos, ¿Cómo osas hablar así?

¿Quién te crees niña ilusa? ¿Cómo te atreves a importunar?, dijo la sierva de vanidad,
¿Ni aun en la pobreza nos dejan en paz? ¿No tenemos derecho de escoger?, dijo el siervo de pobreza.
No traigas tus cuentos de libertad y déjanos en paz.
Que ya logramos olvidar nuestra calamidad, y ahora…
Ahora ya ni nos duelen estas cadenas, es más…
Ellas nos protegen, nos ayudan, para esto nacimos, y al fin lo entendimos.

Para un mayor propósito nacisteis, para ser princesas y príncipes.
Pero tenéis que renunciar a vuestras cadenas,
Tenéis que dejar a vuestros señores.
¿Saben adónde los llevan vuestros señores?

Aquí o allá, qué más da, dijo él con desdén.
A un lugar hermoso, donde yo seré señora, dijo ella arreglando su cabello.
Presos estarán por la eternidad, dijo la niña,
Alejados de la verdad.

¿Y si dejará mis cadenas, encontraría riquezas?
Las cadenas de la pobreza y la riqueza, son hechas del mismo material, dijo la niña.
¿Pero yo encontraría belleza, o fama quizás?, dijo la mujer
La Belleza aún no la has visto, y no la encontraras adonde tú vas.

Dinos, como salir, dinos como romper estas cadenas…
Cristo murió por ti, él llevo tu pecado, confiésalo…
Solo él romperá esas cadenas y te llevará a La Verdad.
Pero… ¿Dónde está él? ¿Cómo llamarlo?
Cree en tu corazón, usa la fe del corazón.
Y mientras decía estas palabras la niña se esfumaba, desaparecía.
Espera… dinos tu nombre, ¿Cómo te llamas?
Evangelio de Salvación es mi nombre, recuérdalo.

Cuentan que los esclavos, al fin se atrevieron, y clamaron,
Clamaron a Cristo con su corazón, y él, los libero,
Los sano y los trajo a su mansión,
Y puso coronas sobre ellos, los nombro príncipe y princesa.

Pero ellos decidieron volver a la tierra,
A decirles a sus compañeros de cadenas, acerca de la Verdad,
Y uno de ellos escribió estas palabras, la introdujo en la botella de poesía,
Y la tiro al mar de los corazones, seguro que un día,
Encontrará tu corazón.

Henry Padilla Londoño

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