sábado, 8 de enero de 2011

Viaje Al Fin De Los Tiempos

Los invito a leer esta muy corta historia, que podría llegar a cambiar tu vida.


Un viaje al fin de los tiempos.

El viento soplo, soplo fuerte y me tomo, me elevo por encima de todo,
Veía las ciudades, el mar, me llevaba rápido, parecía no tener rumbo,
Pasamos por una casa en el campo, me detuve observando,
Veía un hombre que trabajaba todo el día, el sudor derramaba en el campo,
Su mujer se esforzaba en la casa, su esfuerzo era sincero,
Pero una sombra oscura estaba sobre ellos, no la veían,
Y la sombra se comía gran parte de lo que producían.
¿Por qué la sombra consume sus fuerzas, por qué veo el hambre rondar?

Me llevo el viento entonces, pasamos por lugares espaciosos,
Donde debería haber mucha vegetación, pero todo estaba muerto,
De pronto la tierra alzo un grito espantoso, lastimoso.
"Me muero en sus manos, ayúdame", gritó
Aun los animales huían de aquel sitio, pero no lograban escapar,
La muerte los alcanzaba, y en segundos eran consumidos,
Solo cenizas quedaban, solo cenizas que el viento levantaba.

Me llevo entonces sobre el mar, poderoso e inmenso,
Veía su hermosura y me maravillaba, pero de repente una mancha oscura,
Lo empezó a consumir, los peces morían, donde antes era vida, solo rocas ásperas quedo.
Y levanto su mano el viento, como quien se ahoga, como en desesperación:
Ayúdame Señor, me ahogan, me matan, consumen mi vigor.

Yo lloraba mucho, al ver al hombre, los árboles, la tierra y al mar,
Ser vencidos por la sombra que los cubría, que devoraba su fortaleza.
Entonces alce mi voz: ¿Qué es esa sombra, de donde viene, por que destruye tu creación?
Y un torbellino apareció en el cielo, era como un torbellino invertido,
Y grito fuerte, poderoso:
La sombra es el pecado, que habita en el corazón del hombre,
Esa sombra consume esta creación, y por su causa toda la creación será juzgada.

¿Señor, por qué no destruyes esa sombra, y haces libre tu creación?, grite fuertemente,
No sabía si me había escuchado, pues su sonido era fuerte, potente,
Pero pronto llego mi respuesta:
"Ya lo hice, ya el pecado vencí y lo saque del medio, en la cruz pague por toda mi creación"
¿Pero entonces por qué sigue, dañando y matando tu creación?
A encontrado nido en el corazón del hombre, hay se esconde,
Y el hombre lo alimenta y lo sostiene, ha hecho un pacto con él.

Y el viento me tomo, y rápido me llevo, pasamos por muchas ciudades, pueblos,
En todas partes la sombra se veía, anidaba con muchos tentáculos, en los corazones de los hombres,
Lo dañaba todo, todo lo ahogaba, y note unas sombras que miraban complacidas,
Lo que los hombres hacían, y les enseñaban, les decían cosas, que ellos escribían.

¿Quiénes son esas sombras, que dicen cosas al oído del hombre, y que les dicen?
Mientras aun nos movíamos, el viento respondió:
Ellos son espíritus de maldad, que se alegran con lo que el hombre hace,
Les hablan mentiras, les hablan pecado, que ellos permiten entrar a su corazón.

Yo estaba muy triste, parecía que la sombra todo lo llenaba,
Pero entonces note un grupo, muy blanco y radiante, a los cuales la sombra no podía engañar,
Ellos la vencían, y la hacían retroceder, donde ellos estaban había luz,
¿Quiénes son esos, que brillan como el sol, que vencen a la sombra, que la hacen retroceder?
Ellos son mis hijos, los que han sido lavados en la sangre del cordero,
Ellos son los redimidos, en ellos no hay pecado, porque el Señor los ha perdonado.

Y entonces vi uno montado en un caballo blanco, entre las nubes del cielo,
Y un gran ejército lo seguía, se quedó quieto y miro la tierra por un momento,
Entonces alzo su espada y avanzo rápidamente a la tierra,
Y la tierra se llenó de luz, y la sombra y los que la ayudaban fueron sacados fuera.

Y la tierra grito de alegría, y el mar salto como un niño, alzaron sus manos al creador,
Y yo estaba ahí, en medio de una multitud muy grande, que se alegraban con el Señor,
Y cantaban y clamaban: Grande y poderoso eres tú, Señor de Señores,
Rey de Reyes, Cordero de Dios.

Y estuve buscándote a ti, tu que lees estas palabras,
De seguro que estabas entre los millones y millones que adoraban al Señor,
Porque estoy seguro ya has aceptado al Señor y vives para él, ¿o no?

Henry Padilla Londoño

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