viernes, 24 de junio de 2011

El canto de Dios


Me vi violentamente tomado por un poderoso viento,
Su viento soplo, y no pude ver de dónde, ni hacia dónde,
Me levanto y dejó todo mi equipaje en tierra,
Estaba completamente a la deriva, a la misericordia de Su viento.

En los mil giros de Su torbellino, tropecé con muchos obstáculos,
Que hirieron mi cuerpo, mi carne se dolió.
Aún la sangre corrió, en Su poderoso viento, me prepare para morir.
Mi alma se entristeció, era hora de morir de dejar todo atrás.

¿Por qué estas triste alma mía? ¿Por qué miras atrás lo que dejaste?
En Su viento todo ha quedado atrás, lejano, olvidado.
Pero aun tropiezo con miles de obstáculos, ¿Dónde está mi salida?
¿A dónde me llevara el viento de Dios?

Y mi muerte llegó, cuando encontré la cruz.
Todo término, la muerte echó su sello,
Apartado de todos, apartado de Dios.
Cuando él murió ahí estaba yo.

Sopla suave viento de Dios, sopla sobre los huesos secos,
Y levanta al que murió, levanta todos los que murieron.
Y Me levanto sobre mis pies, me levanto en el Señor.
Ya no hay dolor, oscuridad, enfermedad, ahora hay claridad.
Y vi la luz, a los tres días el Señor me levanto, en Cristo me levanto.

Sopla poderoso viento de Dios, llena la tierra con esta canción,
Que en todas partes se entone, que todos digan a la vez,
Cristo es el Señor, Dios soberano, que nos rescató.
Y el viento me llevo a dar gloria al Padre,
Quemo mis labios con su fuego.
Y muy lentamente soplo en mí y dijo: Canta, canta la canción.

Cantale a todos, hazlo bien, con esmero,
Cantale al que oye con palabras claras y específicas,
Cantale al que no quiere oír, con palabras que lleguen a sus oídos.
Cantale al pobre, al rico, al enfermo, al sano.
Lleva mi canto a todos, escondelo en un texto hermoso,
Hablalo claro y sin adornos,
Llevalo en pinturas, hermosas o descuidadas.
Lleva mi canción a todo corazón.

Un canto llena toda la tierra, canto de Dios,
Una tonada avisada se está tocando,
En las plazas, en los sitios cerrados, en los buses y subterráneos.
Un canto del ocaso, de antes de anochecer.
¿Escuchas tú el canto de Dios, entiendes Su canción?

Porque si lo oyes, si escuchas su tonada,
Debes preparate, porque viene Su torbellino.
Y tomara a todos los que lo han escuchado,
Y les mostrara la sanidad de Dios.

Y de mi interior salió un rio de agua que hizo explotar mi corazón.
Doblé mis rodillas frente al redentor, esperando en su amor.
Y me toco con el borde de manto, y todo mi ser resplandeció.
Y ahora no era yo, era parte del viento de Dios.

Henry Padilla Londoño

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