domingo, 5 de junio de 2011

Mi última oportunidad

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Corre, corre niño, entre la alegría y el bullicio, corre tras tu vida.
Jugando y creciendo, amando y llorando, vio su pubertad.
Y tus juegos fueron cambiando, tu risa era ahora escasa, solo estudiada.
Abriste la puerta a temores, a dolores, a planes y sueños.
Nuevas sensaciones, pensamientos de amar, de morir, de huir.

Y entre miles de pensamientos contradictorios, el niño dejo de reír.
Y se hizo adulto. Todo era un sueño, te lo repetías.
Y tus sueños se fueron muriendo, tus planes fueron fracasando.
Otros se fueron cumpliendo, y tú te fuiste identificando.
Ese soy yo, dice ahora el niño hecho hombre.


Sus planes han cambiado ahora, sus sueños… son parte de sus planes.
Y quiso probar el amor, ¿está en mis planes? ¿Es parte de mis sueños?
El amor, se dijo, es efímero, es como un sueño, nada real.
Amare para vivir, amar es el punto dos, después de triunfar.

Y del niño solo queda un recuerdo, ahora hay miles de pensamientos, de angustias,
De sueños, de planes, de dolores, ahora no hay tiempo para ser niño.
Ese soy yo, dice ahora el hombre hecho un esclavo.
Y este esclavo ríe, pensando en lo libre que es él.

Dejame llevarte de la mano, dijo la voz, dejame mostrarte algo mejor.
Y llevo de la mano al esclavo, lo llevo por sitios conocidos, llenos de dolor.
Lo llevo por junto a un amor olvidado, mientras moría de desesperación.
Lo llevo por sueños dejados, gente que sufría, lo que nunca fue.

Lo llevo por momentos en el tiempo, momentos de amor,
Y le mostro la luz que había recibido, que luego había dejado, traicionado.
Lo llevo por sitios de inspiración, momentos sin tiempo llenos de color.
Verdaderas obras de arte, dejadas, abandonadas, abortadas de la creación.

Lo llevo por un camino donde podían ir dos, y vio los ojos de un niño.
Como una sombra lo miro, niños abortados, escapadas, lo que nunca fue.
Y ya en el camino el esclavo lloro, ¡Yo no sabía! Su grito lo ahogo el tiempo.
Y llegaron a un sitio oscuro, tenebroso, su llanto se cortó.

Solo se escuchaban gritos, dolor; y escucho que la voz susurro:
Aquí están todos los que como tú, dicen: "Ese soy yo"
Los que viven su vida solo para ellos, los que se alejan del amor.
Y Aquí estarás un día, si en ti no llega a nacer la luz.


Las palabras se terminan en ese sitio, el razonamiento no habita allí.
Solo una terrible desesperación, y todos dicen: "Ese soy yo"
Ven, dijo la voz, aún no termina el viaje, y lo saco del sitio tenebroso,
Y llegaron a un lugar maravilloso, lleno de luz, de paz, de amor.

Y había una gran cantidad de esclavos, y en medio de ellos un Señor,
Y uno a uno decían: Recíbeme a mi Señor, tú eres mi Señor.
Y las cadenas caían, y nuevas ropas recibían,
Y todos ahora decían: Vivimos para ti Señor, solo para ti Señor Jesús.

A donde tú vayas iremos, en donde tú estés estaremos.
Hemos hallado el cielo, el cielo está a tu lado, Señor Jesús.
Y la voz le dijo, Ven, aún tengo que mostrarte,
Y lo llevo muy alto, desde allí podía ver todas las ciudades.
Y vio grandes reinos, y riquezas, guerras, glorias pasajeras.
Esclavos que corrían el camino que el mismo seguía,
Y perseguían los que habían venido a la luz, a Jesús, los odiaban.
Y vio como todos levantaron guerra contra el Señor.

Y El Señor se elevó entre las nubes, y se llevó a los suyos,
Y un viento recio azoto la tierra, y la tierra fue bañada en sangre.
Y de entre el viento apareció uno vestido de purpura, lo miro y se acercó a él.
¿Quién creerá cuando esto cuentes? ¿Quieres seguir de esclavo?

Y el esclavo apretó sus ojos con fuerza, la luz lo hería,
¿A dónde iré? ¿Cómo hare para recibir la luz? Se dijo.
Ven a Cristo, dijo la voz, no esperes mas, ven a la luz.
Y tú que lees esto, ¿Dónde quieres estar?


Henry Padilla Londoño

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