
Presos de sus pensamientos, como encadenados,
Avanzan todos en una dirección, todos unidos,
Se cuidan entre ellos, mirando siempre la espalda de su compañero.
Desnudos y casi ciegos, son llevados, por caminos de muerte, caminos de dolor.
Juegan entre ellos, se pasan la voz, dicen, dijo él, dicen que dijo.
¿Y qué fue lo que dijo? Que ya todo está dicho, no tienes que pensar.
Y se ríen en conformismo, cuales zombis adiestrados.
Esta es la vida, se enorgullecen y dicen, esta es la vida.
Y sus años se pasan en pequeños pensamientos,
Huyen de la luz, huyen de la vida.
Eso es aburrido y no es cool, estás loco, ¡mirame!, dice el encadenado.
Yo si la vivo, compro y gasto, hago lo quiero, dice alzando su pesada cadena.
¿Por qué huyes de tu propia libertad?
¿Sabes cuantos pensamientos en libertad has tenido? Ni siquiera uno.
Tus años corren como un soplo, en pronto estarás solo con fuerzas para respirar.
¿Y qué te llevaras? ¿Qué hay más allá? ¿Nunca lo has pensado?
¿Qué te quedara de tus muchas aventuras? ¿Dónde terminaras?
¿Quizás esto es lo último que leas? Y aun así, ¿seguirás en tu cadena?
Te turban mis palabras, ¡ojalá! Te hagan pensar.
Espero haber llegado a tiempo, no de salvarte, porque yo no salvo.
Pero se dé uno que si salva, uno que me libero a mí.
Como tú anduve encadenado, confiando solo en mí.
Y él me dio vida y libertad.
Pero no vengas si no te atreves, esto es solo para los valientes.
Los que se atreven a creer, los que se atreven a poner su vida.
Si, si no tienes valor para pedir perdón, mejor sigue encadenado.
Pero si te atrevieras a pedir perdón, a venir a Cristo, a confesar tu pecado.
Entonces tus cadenas caerían, tu luz nacería como el medio día.
¿Encuentras provocativas mis palabras, algo ofensivas?
Atrevete a mostrar que se puede, pide perdón a Cristo, y no sigas pecando.
Deja que él sea tu Señor, tu Salvador.
O quieres seguir como zombi adiestrado, ciego, sordo, sin entendimiento.
¿Tienes valor, te atreves?
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