miércoles, 2 de junio de 2010

Una voz a media noche.

La voz a media noche
Oh Dios, tu nombre invocaré;
Alzaré mis manos a ti, a ti clamaré;
Bendito Señor, Rey de Reyes;
Tú levantas al caído y das fuerzas al cansado.

Benditos los que habiten en ella,
Preciosa ciudad de Dios, baluarte de Verdad,
Toda tu hermosa y perfecta,
Cimentada sobre tus doce fundamentos,
Por tus puertas príncipes y princesas entraran,
Todos los lavados, los redimidos del cordero.

Dios poderoso, amigo de humildes y mansos,
Miras la causa del oprimido y del que no tiene ayuda,
Todos ellos, alzaron sus rostros a ti,
En tiempo de angustia, en el último tiempo,
Cuando se perseguirá a tus ungidos,
Cuando la verdad sé ira de las plazas,
Y en las calles no la encontraras.

Como se han alejado de ti, Oh Señor,
Como han perseguido la verdad,
Tapan sus oídos, se golpean con sus manos,
No quieren oír, la verdad les es tropiezo,
Al pobre afrentan, a la viuda matan,
Y al huérfano venden por diversión.

La noche ha avanzado, Oh Señor,
Rey del universo, pero tú has guardado a tus hijos,
Los has levantado, guardaditos junto a ti,
En la ciudad de Dios, ahí habitaran.

¿Quién quiere habitara en la ciudad de Dios?
El que limpia sus vestidos en la sangre del cordero,
El que vence al diablo con su testimonio,
El que no calla la verdad, que tu Señor, has hecho en él,
Él habitara en la ciudad de Dios.

Mi alma se estremece dentro de mí,
Cuando veo lo que viene, lo que está por pasar,
Pero también sé que tu Señor, Dios poderoso,
A los tuyos respaldaras y ayudaras.

Pueblo mío, que he rescatado,
Escucha mi voz, atiende mi dicho.
Venid, entremos a cuentas,
Yo perdonaré tu pecado, y restauraré tu vida.

Voz del que grita a media noche,
Da gritos, despierta al que duerme,
¿Qué debo decir?
Que la vida de este mundo es vanidad,
Que la luz solo está en Jesús.
Da voces a todos, diles que no tarden más,
Que a las puertas esta.

Oh, Rey Eterno, a ti alzaré mis manos,
Y buscaré tu nombre, a ti exaltaré,
Alzaré mi voz, en medio del caos,
Levantaré baluarte, y diré a todos,
Que se arrepientan, que volteen sus caminos,
¿Quién quiere vivir en la ciudad de Dios?
Limpie sus manos de pecado, mientras aun hay tiempo,
Porque vienen tiempos cuando no podrás hacerlo más.

Amen.

Henry Padilla Londoño

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