viernes, 28 de mayo de 2010

Pedro, el sembrador.

Pedro el Sembrador
Bendiciones hermanos. He creado esta historia, completamente basada en la historia del Señor en Mateo 13:24-30. La Gloria sea la Señor que es el mejor escritor, poeta y maestro, que nos enseña en sus parábolas, profundas verdades del Reino de los cielos.

Pedro, el sembrador.

-Ve y hazlo, dijo el Señor.
Y Pedro fue, y llegando a su casa, tomo el saco de semilla, estaba con ansias de empezar la faena, ya tenía la palabra del Señor, Él había dicho "Ve y hazlo", ahora todo lo que restaba era sembrar la semilla, y seguramente un gran fruto vendría, podía verse tomando del hermoso fruto, y sonreía con sus pensamientos.
-Gracias Dios, te Amo, ahora ya nada me detendrá.
Y salió y observo el campo, era un día hermoso, el sol brillaba y había pocas nubes en el cielo, el campo había sido ya preparado por otros trabajadores, que habían estado sacando la mala hierba, lo habían limpiado, y además habían preparado la tierra para la preciosa semilla, el aroma de la mañana le gustaba, cerro sus ojos mientras alzaba su voz y decía:
-Gracias Dios, que precioso es vivir.
Y empezó su faena, sembrando con destreza la semilla, mientras caminaba y silbaba en medio de los surcos, iba cantando y silbando, feliz, porque sabía del precioso fruto que un día la tierra daría.
Y las horas pasaron, ya estaba terminando su faena, había sido un arduo trabajo, pero valía la pena, estaba agotado, esperaba llegar a su casa a descansar, pero tenía que estar alerta, los pájaros intentaban comerse la semilla, y por ahora todo dependía de él.
La noche empezó a llegar, ya los pájaros se habían ido, buscando sus nidos, una humedad suave y el frío cada vez más intenso se hacía sentir, no se veía nada, era la hora de dormir, de descansar, mañana tendría que levantarse temprano a cuidar el campo, a llevar la preciosa agua que la tierra sedienta necesitaba.
Y Cerrando la puerta de su casa se dirigió a su lecho, y se tiró sin sacarse la ropa, estaba tan cansado, era justo y merecido un descanso, pensó, mientras sus ojos se cerraban, hasta que se quedó dormido.
La noche dejaba escuchar sus ruidos como ecos lejanos, sacados de lugares secretos, sombras aparentes se movían, y se mezclaban con los rayos de luna reflejados en el agua, mientras unos animales buscaban sus madrigueras, otros salían a buscar su alimento, y entre las sombras se empezaban a mover, casi sin poder ser detectados, como sombras silenciosas.
Pero una sombra que había estado observando el trabajo de Pedro y también empezaba a moverse, lo había observado durante todo el día, quieto, solo observando, esperando. Y con una gracia indescriptible, extendió sus alas y descendió del árbol en que había estado oculto, sus ojos rojizos, penetrantes, miraban al campo, mientras como flotando avanzaba sin tocar el piso. Y empezó a moverse por todo el campo que había sido sembrado, dejando caer una semilla verde, grisácea, que en cuanto caía a tierra se introducía rápidamente en la tierra desapareciendo. En cuestión de momentos, todo el terreno, había sido trabajado, y una risa sarcástica dejó ver sus dientes amarillentos, mientras se elevaba por los aires y se escondía en los árboles confundiéndose con las sombras.
El sol radiante y poderoso, apareció como gigante en el horizonte, mientras los pájaros dejaban escapar sonidos de alabanza al creador, que solo ellos entendían, los ríos se unían a esta alabanza, y en momentos toda la creación cantaba el despertar de un nuevo día. El hombre se levantó, estirando sus brazos al cielo, dejando llenar su corazón de esa hermosura, que solo un corazón agradecido puede percibir, y en un espontáneo momento, dejo salir una canción, toda la creación quedó como en suspenso, veían como un hijo adoraba al Señor.
Y los días pasaron, y Pedro veía crecer la hermosa planta, pero algo no estaba bien, también había otra clase de planta en medio de la suya, era una planta desconocida, que él no había plantado, que crecía con rapidez, y amenazaba con quitarle el precioso sol y el alimento a su planta, Pedro miro detenidamente, e intento sacar una de estas plantas, jalándola de su tallo, pero noto que entonces también arrancaba su preciosa planta, y una lágrima corrió por el rostro de Pedro.
-Todo mi trabajo, todo mi esfuerzo, ahora no sirve de nada, ¿Por qué esto? Si yo hice todo lo que me dijiste, y yo tenía tu palabra, tú me dijiste "Ven y hazlo", pero ¿Por qué ahora veo esta planta extraña que yo no sembré, que quiere tomar el alimento de mi planta, y quizás ahogara su fruto?
-Pedro, se escuchó la voz del Señor diciendo, no arranques la maleza, porque entonces arrancaras también la planta buena, mientras tú dormías, un enemigo vino y sembró esta maleza, ahora déjalas crecer a las dos, hasta el día de la siega, y entonces arrancaras primero la maleza, juntándola para quemarla, y mi fruto lo recogerás entonces en el granero.
-Pedro lloro en silencio, mientras miraba hacia arriba diciendo: Perdóname Señor, por no haber cuidado tu terreno, por haberme dormido y no haber estado atento.
-Hijo, yo te perdono, no temas, ese enemigo, no es solo tu enemigo, él contra mí lo ha hecho.

Basado en Mateo 13:24-30
Adaptado por Henry Padilla Londoño

No hay comentarios.:

Publicar un comentario