jueves, 13 de mayo de 2010

Tú, yo, y mi amigo, el Cristo.

¿Por qué su mirada interrogante?
Pasan de mi, como diciendo ¡que lastima!
Quiero decirles, gritarles,
Que aquí adentro, estoy lleno de vida,
Que mi amor es como el de ellos.

Pero mis manos no responden,
Y mi voz... solo un gemido emito,
Pero quiero contarles, que un amigo tengo,
Hablo con él a diario,
Aquí, donde los médicos dicen Autismo.

Aquí adentro no tengo límites,
Aquí adentro vuelo,
Él vino a mí mientras oía a mi madre orar,
Mientras ella lloraba delante de él,
Él vino a mí, aquí adentro, y me dijo:
No temas, yo soy tu amigo,
Mi nombre Jesús, y para siempre estaré contigo.

Y lo vi cuando toco a mi madre,
Cuando puso su mano y dijo:
Yo estoy contigo, cuida de mi amigo,
Y ella alabo a Dios, sentía como el Espíritu,
La tomaba y alababa, y me miro en silencio,
Todo va estar bien, mi niño, eso dijo.

Ella sabe de mí, de mi corazón,
Ella ha aprendido, que a ella y a mi igual,
Nos ama ese Señor, el Rey del Cielo,
El Señor Jesús, mi amigo.

No me tengas lastima,
Mírame como soy, salvo por Cristo,
Como tú iré al cielo,
Porque creíste, como yo he creído,
Somos uno, tu, yo, y mi amigo, el Cristo.

Henry Padilla Londoño

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