jueves, 20 de mayo de 2010

Tú, tesoro del cielo.

La oscuridad lo rodeaba, se sentía seguro pero inquieto,
Siento tu llanto, siento tu pena,
Desde aquí quisiera hablarte, decirte que te quiero,
Ayudarte, pero no puedo,
Estoy aquí solo, contigo, pero solo.

Tú eres mi tesoro, todo lo que tengo,
En ti confió, solo de ti dependo,
Mi vida está en tus manos, oh como te quiero,
Me has brindado seguridad,
Pero, ¿Por qué estoy inquieto?

He escuchado tu llanto, llanto de mujer,
Llanto de dolor, con él peleabas,
Y mientras gritabas, yo llore en silencio,
Como los quiero, como los amo.

Sabes, he soñado con mi futuro,
Corriendo de la mano, junto a los dos,
Mi mamita, mi papito y yo,
Como los anhelo.

Mi alma se ha estremecido cuando he oído,
De un futuro incierto,
Donde yo no estoy, mamá,
¿Por qué no me veo?

Pero un Señor bueno vino a mí y me dijo,
No temas, porque yo los tengo en mi mano,
Soy Jesús, y pronto nacerás,
Y te tomaré de mi mano,
Siervo mío te llamaran.

A tus padres les he enviado,
Este regalo del cielo,
Diles que les amo,
Que yo junto ellos siempre he estado.

Perdón, el perdón es el secreto,
No lo olvides mi pequeño,
Como yo he perdonado,
Perdona.

El amor no puede estar,
Donde no hay perdón, perdón sincero,
Pero enséñales, que nadie puede perdonar,
Si no viene a mi primero.

La vida es un regalo, un regalo del cielo,
Y tu vida, quienquiera que seas,
Es también un regalo del cielo,
Tú que estás ahora leyendo,
Tú eres la joya del cielo,
El tesoro de los tiempos,
El que fue creado a la imagen y semejanza del eterno,
Tú, hombre o mujer,
Mira ahora al cielo, y confiesa al que te amo,
Te amo primero,
A Jesús, déjalo entrar de lleno,
Y te deleitaras con plenitud de vida,
No tardes más, deja tu pecado en la cruz,
Tú, tesoro del cielo.

Henry Padilla Londoño

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