lunes, 3 de mayo de 2010

Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Tito 2:1

Que tan importante es, que lo que hablemos o leamos, esté de acuerdo con la sana doctrina, es muy importante para nuestras vidas, por supuesto no podemos señalar y acusar a nadie, pero podemos mantener nuestras vidas en una senda que sea agradable al Señor. ¿Y cuál es esta sana doctrina? ¿En donde la hallamos?
La sana doctrina es la doctrina que nos enseño el Señor Jesús, que a través de sus apóstoles y profetas ha llegado a nosotros como un legado de vida, en el libro que conocemos como La Biblia. En la Biblia podemos encontrar está sana doctrina, pero la Biblia, en sí misma, puede llegar a ser difícil de entender, para el que quiere solo adquirir conocimiento, para el que solo busca llenarse más de conocimiento para poder juzgar todas las cosas, por esta razón, el señor nos envió un ayudador, el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no pude ver, ni recibir, pero para todos los que creemos en la obra de Jesús, en su muerte sustituta por nosotros, y en la nueva vida que recibimos en la resurrección de Cristo, para todos nosotros, nos es enviado como un regalo, el Espíritu de Verdad, Él, nos explica todas las cosas. Cuando entonces, leemos la Biblia, y tenemos el Espíritu de Verdad, podemos entender el sentido de lo escrito y podemos aplicarlo a nuestras vidas. La sana doctrina, podemos decir como conclusión, no pude ser solamente aprendida en un libro, es revelada al hombre, al espíritu del hombre, por medio de la fe. Cuando andamos en esa doctrina, entonces recibimos La Vida que emana de ella, de la Palabra de Vida.
La definición que Wikipedía nos da de Doctrina es: "un conjunto de enseñanzas basadas en un sistema de creencias sobre una rama de conocimiento". Pero para el cristiano la doctrina se lleva en el corazón, no en el cerebro, la doctrina que nos lleva a la vida es la doctrina de Jesús, guardada en el corazón y aplicada por la fe en Cristo, Jesús.
Recordemos pues hermanos, hablemos lo que esté de acuerdo a la sana doctrina. Bendiciones.
Henry Padilla Londoño

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